Pensar a Cuba, pensarnos, explicar cómo nos vemos, cómo creemos ser vistos...

Escribir sobre ello y más.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

El arte de la espera, con permiso de Rafael Rojas



El arte de la espera es el título de un excelente ensayo histórico del profesor cubano Rafael Rojas que leí con atención recién salido el libro en España.

Luego medité sobre lo que, según Rojas, se ha convertido en Cuba en un arte: esperar.
No enumeraré qué hemos esperado los cubanos. Sobre lo que esperamos. Las respuestas son infinitas, tantas como lectores e ideologías reflexionen sobre el asunto. Unos se preguntarán por qué seguimos esperando los cubanos; otros, qué esperamos… Y así, todos los pronombres interrogativos.

Yo misma he escrito más de una vez sobre el tema de la espera, más bien he descrito esas actitudes inconscientes y cotidianas de la espera. Saludas y casi seguro te responderán, “Aquí, esperando a ver qué pasa”.

¿Somos culpables de esperar? Solo inconsciente e involuntariamente.

Por más de medio siglo escuchando el consejo de esperar, tener paciencia, en adelante sí, el futuro está ahí, a la espera de nosotros…, etc., hemos transitado generaciones de cubanos que, por otra parte, solo hemos tenido al alcance de la mano ese medio: esperar. Ya no sabemos qué, solo sabemos que estamos esperando.
Foto publicada por El Confidencial

Y llega Francisco a La Habana…

Yo, que soy recalcitrantemente atea, he tenido unos destellos de esperanza estos días, víspera de la visita de este Papa a Cuba. Por tres razones que me han hecho… esperar, claro. La primera: no estaba en la agenda de Francisco visitar Cuba; es decir, si la incluyó sería por motivos de mucho peso. La segunda: es él quien está mediando en el deshielo Washington-La Habana. La tercera: hemos visto por dónde va su pontificado, claramente dedicado a una obra más pragmática que teológica, más cerca de los pobres de la tierra, vaya, que del reino de Dios.

Veo, más bien observo, la llegada a Cuba, el recibimiento, la marcialidad, a mi juicio exagerada, de los honores con el que reciben al Jefe del Estado Vaticano. Hasta ahí, podría decir que muy bien, que es lo que corresponde. Pero los dieciocho kilómetros desde Boyeros hasta la Nunciatura Apostólica en Miramar, dejan claro hasta para un ciego, qué vería este Papa en todos los días de su visita: un cordón policial de dieciocho kilómetros de largo colocado delante de la gente que esperaba para ver pasar la comitiva papal. Es verdad que iban de paisanos, pero ser, eran, eso lo sabemos todos.

Luego en la Plaza de la Revolución (merecería llamarse como originalmente: Plaza Cívica), más de lo mismo: alguien se acerca a hablarle y es detenido, otros no pudieron llegar por las mismas razones, otros más impedidos de llegar a la Nunciatura, donde él los había invitado (extraoficialmente, Papa dixit). En fin, que Francisco, tan cercano, tan antriprotocolar, tan dolor de cabeza para su guardia personal, capaz de bajarse de su papamóvil para saludar a los enfermos, a los niños… no vio lo inaccesible que ha sido en Cuba.

Él (Francisco, quiero decir), mientras, va y se reúne con Fidel Castro en privado; luego declaran que no ha habido conversación sobre temas políticos, unas imágenes de Castro frente al visitante, Dalia al lado, de pie… Y nada más. O eso dicen.
Fuente Univisión
Ninguna mención a la larga espera. Ni a los presos políticos. Ni a la oposición, que existe, lo saben todos. Ni al sufrimiento de un pueblo sometido. Ni a la existencia miserable de millones de fieles e infieles.
Las opiniones –y los corazones– están divididas: ha mantenido una postura muy diplomática para no dañar las conversaciones con Washington; hay cosas que se solucionan sin hacerlas públicas, lo hizo Pío XII, lo hizo San Juan Pablo II, al parecer lo intentó Benedicto XVI…, etc. Por otro lado, la pregunta, ¿Y entonces para qué fue a La Habana? ¿Qué señales hay que advertir en esta visita que no estaba en su agenda?

Es verdad que en la primera misa dijo “se sirve a las personas, no a las ideologías”. ¿Y qué más, Francisco? ¿No sabes que esa frase la han usado los dos Castro a lo largo de 62 años ya (sí, desde 1953, recordar el famoso alegato del Moncada)? Ellos, los Castro, afirman haber consagrado su vida a “su pueblo”, por tanto, han servido a las personas, no a una ideología, por lo tanto, esa única frase, Francisco, no nos sirve.

A mí me has defraudado, Francisco. Vuelvo a mi escepticismo: nadie me venga con eso de que “algo se mueve en Cuba”. Continúa la espera.