Pensar a Cuba, pensarnos, explicar cómo nos vemos, cómo creemos ser vistos...

Escribir sobre ello y más.

sábado, 15 de agosto de 2015

Un chancecito pal que viene atrás, caballeros




He decidido prescindir de noticias este verano. Estaba sobresaturada. Así como el agua de azúcar de aquellos tiempos, cuando llegabas al fondo del vaso y esperabas que goteara la miel precipitada, en los largos domingos en una beca, hambrientos y sin permiso para irnos a casa.

Y pasé del día 14 de agosto sin saber, sin ver, que esa mañana, frente al malecón habanero, aquellos tres militares izaban la bandera de las barras y las estrellas.

Foto del sitio http//:noticias.univision.com
Leo prensa digital y hay de todo. Desde las declaraciones de John Kerry y Bruno Rodríguez, hasta comentarios optimistas, exaltados, odiosamente rencorosos, aquiescentes, alarmistas… a las noticias de muy distintas fuentes. Me quedo con una frase del canciller cubano, “…es posible relaciones civilizadas, productivas, que serán distintas en su naturaleza a toda nuestra historia anterior".

Y reflexiono sobre cada una de las palabras, seguramente escogidísimas, pensadísimas y analizadísimas para esta ocasión.

Rodríguez habla de relaciones civilizadas. ¿Es que acaso hasta ahora han sido incivilizadas? Si habla él, no estará aludiendo a la parte norteamericana. No es lo que se espera del lenguaje diplomático; luego, ¿está disculpando la ‘incorrección’ a lo largo de 55 años? ¿Es que ahora sí somos civilizados? ¿No lo fue, entonces el Máximo Líder? Tras medio siglo, viene un canciller de 57 años y dice que se acabó, borrón y cuenta nueva…, al menos en lo que a civilización toca.

Continúa calificando esas relaciones y las llama a continuación ‘productivas’. En una parte de la rueda de prensa posterior, Kerry bromeó diciendo que por momentos pensó que estaba delante del Canciller y del Ministro de Comercio y Turismo.

¿En qué está pensando la parte cubana? Sospecho que en saltar directamente a la entrada de dólares al país. El muerto alante y la gritería atrás: comerciar con quienes no ha podido –o no ha querido–  por más de medio siglo. ¿Qué ofrece Cuba? ¿Qué bienes produce Cuba, aptos para la exportación a USA? Médicos no será, porque ellos van por ‘razones humanitarias’ a países ‘tercermundistas’. Tampoco técnicos especializados en unas cosas u otras, por idénticas razones. ¿Azúcar? ¿Está pensando el Canciller cubano en aquella cuota azucarera de los tiempos de Batista? ¿Turismo? Sí, habrá que empezar por lo que ya hay. Esperemos que lo de “productivo” se esté aplicando al sector y haya empezado, en serio, la profesionalización que beneficiará, por carambola, a quienes lleguen a Cuba en calidad de turistas, aunque no sea con los dólares de Obama y Kerry. Lo demás, la “gritería”, que espere. Hasta cuándo… está por ver.

El final de la frase no tiene precio: distintas en su naturaleza a toda nuestra historia anterior. ¡Ya era hora! ¡Al fin una expresión esperada hace más de medio siglo! Alguien que dice a los americanos que se hará algo distinto de todo lo anterior. Este, claramente, está negando al padre, al Gran Hermano, que estaría en su pos cumpleaños con el disgusto mundial por lo que escuchó. ¿O no estuvo al tanto? Bueno, ya tenía sus propios invitados para que lo agasajaran como él cree seguir mereciendo. Pero esa es otra historia. Sigo con la frase de Bruno Rodríguez Parrilla.

El cubano habla de relaciones distintas en su naturaleza, pero se cuida muy bien de colocar la frase que deja contento al Gran Hermano y a la nomenklatura: siguen existiendo “profundas diferencias”. Tomen nota los Antúnez, las Soler, los Fariña, los Gutiérrez, los Cuesta Morúa.

Que la disidencia, como se llama en Cuba a la oposición al gobierno, no tenga participación en los actos oficiales, que haya que reunirse con sus representantes “posteriormente en acto privado” me reafirma en la idea de que nada va tan rápido como Cuba (país, pueblo, ciudadanos) necesita.

Que haya una embajada en La Habana me trae a la memoria aquella imagen, tantas veces vivida en La Habana de los ‘90, cuando yo la visitaba por razones profesionales una vez al mes, durante una semana:

M-5 en el Parque de la Fraternidad a las cinco y media de la tarde, destino San Agustín. No había ‘Amarillo’ que controlara aquello; sálvese quien pueda, se escuchaba, y no en broma. El camello aceleraba y el chorro de petróleo nos bañaba dejándonos sobre la piel mojada de sudor propio y ajeno una película oscura que llegaba a los pliegues más recónditos de nuestra anatomía; el monstruo comenzaba a moverse con el rugido de su potente motor y en los últimos diez centímetros cuadrados del último peldaño de una puerta trasera me colgaban los demás, hasta que muchos metros después, ya en la Calzada, alguien decía ¡Un chancecito arriba, caballero, que todos queremos subir!

En nombre de los cubanos, de los que merecidamente hay que llamar ciudadanos, pido a las delegaciones que izaron una bandera este viernes de agosto y regresarán tan complacidos  a su alto status de delanteros en alta política: Un chancecito pal que viene atrás, caballeros.