Mi paso anterior por aquí fue hace ya siete años.
Y no es que la última entrada fuera la causa, pero
mucha agua ha corrido bajos los puentes desde entonces.
En lo profesional, varias obras escritas, algunas éditas
y otras inéditas, de las que iré publicando fragmentos. Comencemos:
Este es mi escudo. Con él voy a entrar. Mi escudo es mi pecho. Mi propiedad. Mi libertad. Todo y nada. Cuánto ha quedado de mí en el camino. En tantos caminos. En aquellos de los años jóvenes, cuando cantábamos después de sembrar los campos, cuando nos alumbrábamos con velas y jugábamos a hacer figuras en las sombras, bichos que la luz tenue proyectaba sobre una pared de cal, cuando nuestros cuerpos, inmaduros, pero ya curtidos, no imaginaban que habría otra selva. Otras fieras. Otros riesgos.
Será una larga noche. Des asfixia. De sed. De miedo.
Y si no llego al
claro, amada, recuérdame tal como aparecí aquella tarde en una acera de la
ciudad, y no sabíamos de los comisarios, ni del telón de acero, aquella vaga
cortina al otro lado del mundo, y el amor no estaba despedazado como un puzle
gigantesco esparcido sobre el mar.
Fragmento de Selva,
del libro Cuando salí de Cuba,
Caldeandrín Ediciones, 2018