Pensar a Cuba, pensarnos, explicar cómo nos vemos, cómo creemos ser vistos...

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miércoles, 22 de abril de 2015

Coge tu chobani aquí




Que hayan llegado empresarios norteamericanos a La Habana en busca de oportunidades de negocio; que hayan sido recibidos por la mujer más importante de Cuba en las conversaciones con Obama; que JetBlue y MasterCard estén posicionándose, podría hacerme aplaudir y hasta dar la razón a aquellos que todavía se me acercan con la frase de “algo se mueve en Cuba, ahora sí”, por delante.
Sin embargo, sigo siendo muy conservadora en mis opiniones y mis esperanzas en el cambio y lo único que veo algo más claro es la posibilidad de consumir yogures Chobani, que al parecer ya tienen representación en la Isla.
Raúl Castro no se ha cansado de repetir desde la primera ronda de conversaciones sus ‘profundas diferencias’ ideológicas con Estados Unidos, a pesar de que ha exonerado de responsabilidad a Obama quien, al parecer, empieza a pasársele la mala conciencia por lo poco hecho para ratificar el Premio Nobel que le adjudicaron no bien llegó a la Presidencia de su país.
Presiento, con dolor, que Cuba está entrando de cabeza en el modelo chino, a la tropical, si eso sirve de consuelo. Tal como vivimos el ‘acento tropical’ de la era soviética (con nuestro Gulag propio y todo), así asistiremos al cambio de color en marcha. Porque los Castro han insistido en que no cederán. Y a la larga, creo amargamente, que lo están consiguiendo.
Y seremos, ¡al fin!, amigos de los malos que producen bueno, como siempre se dijo sotto voce. Pero en Cuba seguiremos siendo los mismos que no podemos reunirnos para hablar de política sin que aparezcan por allí unos del barrio para, dos minutos después, dar el chivatazo; los mismos sin opción a dialogar desde posiciones opuestas, los mismos sin más derechos ni más esperanzas que repetir la frase en tono de choteo ‘a lo mejor para el año que viene’.
Lo que pasa es que hasta que empiece a notarse eso que se mueve, han de transcurrir no se sabe cuántos años aún. Sí se verá en menos de nada a los hijos de los nuevos ricos de Cuba haciendo turismo por donde se les antoje, montando sus tiendas de ropa (también de Amancio Ortega, que todo se andará), sus franquicias de McDonald’s, sus concesionarios de autos americanos, el sueño cubano, ese sí, o sus inmobiliarias para vender las casas construidas a las que los simples mortales, mis paisanos, tardarán en acceder, a menos que se dejen, como aquí, el dinero que han de terminar de pagar a los bancos sus nietos.
Mientras, el país seguirá su senda socialista, así como China. Unos, los cubanos, cambiarán de explotadores; otros, los que tienen poder en la política internacional, incluida la opinión pública, mirando para otro lado cada vez que se mencione la palabra tabú: derechos humanos, una frase que nadie quiere escuchar cuando entran a escena los intereses comerciales, financieros y, en última instancia, políticos. Y todo en nombre del ciudadano, como aquí.
Una cosa sí veo venir: cambiará la frase que se escucha desde el amanecer hasta bien tarde, aquello de ¡Pan calentico, vamos, coge tu pan calentico aquí!, por el ¡Coge tu chobani aquí, vamos, fresquecito del yuma!