Pensar a Cuba, pensarnos, explicar cómo nos vemos, cómo creemos ser vistos...

Escribir sobre ello y más.

miércoles, 29 de julio de 2015

A partir de mañana

Allá por aquellos lejanos años 80, cuando todavía iban a Cuba los últimos románticos, escuché atentamente las canciones de Alberto Cortez; entonces el año 2000 era algo que sucedería no se sabía muy bien cuándo, porque el fin de siglo era un anuncio remoto.
Mucho más remoto era imaginarme la víspera de la media rueda, saberme en un día 29 de julio diciendo “a partir de mañana empezaré a volver de mi viaje de ida”, figurándome ese día, meditando, quizás, en lo que he hecho, examinando si de verdad se es más sabio cuando uno llega a la mitad de la vida. Qué habré hecho para entonces, conjeturaba, por qué caminos andará esa media rueda, a qué profesión habré dedicado mis mejores años de juventud, con quién, con quiénes habré compartido mis andanzas, quién faltará para entonces, qué vacíos me rodearán, qué miedos aún me quedarán, qué habré legado en este trecho, hacia dónde estaré mirando, desde qué ventana…
Un pestañazo y hoy es de nuevo 29 de julio. Estoy en España, delante de una ventana por la que el calor intenso me da, momentáneamente, un respiro.
¿Qué voy a hacer a partir de mañana? Será un día más, el penúltimo de julio. El primero de mi media rueda.
Sigo soñando, como en aquellos días del 80: cuando se me rompe –o se me cumple, todo sea dicho– un sueño, ya tengo otro en la recámara. El mejor de todos ellos: seguir creyendo, apasionadamente, que voy cuesta arriba, aunque no lo parezca, aunque tarde otra media vida en llegar a alguna parte.
Porque si presiento que he llegado, entonces se me habrá agotado el espíritu. Entonces nada valdrá la pena. Y eso es mejor pensarlo siempre “a partir de mañana”.