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sábado, 16 de abril de 2011

Congreso comunista en Cuba: la distancia hacia la meta


Leñador, de José Ángel Naranjo
Cada mañana lo primero que me suena en la cabeza es una décima. Se me queda el octosílabo en el oído un buen rato y en el recuerdo aquella circunstancia asociada a la décima en cuestión. ¡Y mira que he hecho esfuerzos por quitarme ese ritmo casi matemático del oído! Quiero decir, de la poesía. Y en general de mi escritura.
La décima es terca: diez versos consonantes se te sientan en la silla turca de mala manera. Pero después de todo no le hago justicia a esta, a la del cuadrito. Ni a su autor, un viejo colega de mis años en la Casa Iberoamericana de la Décima de Las Tunas. ¡Vaya nombre largo para una oficina, unos especialistas y una gestión cultural que no traspasa la cerca del vecino! En fin, que tengo colgada en una de mis paredes un cuadrito del miniaturista Naranjo a cuya escena puso versos Argel Fernández, un poeta que si se dedicara más a la poesía y menos a la cosa del funcionario-burócrata, ya habría publicado al menos una docena de buenos libros.
Por estos días los diez versos en mi pared me han recordado que hoy comienza el congreso del Partido Comunista en Cuba, así que en lo adelante me preguntarán qué opino del paquete de medidas que Raúl propone para transformar la economía cubana en tiempos en los que, al decir de Sabina, Cuba está a punto de colgar el cartel de “Cerrado por quiebra”, o algo parecido.
Y yo tendré que empezar diciendo que nada de “paquete de medidas”, sino de “lineamientos” que fueron “ampliamente discutidos desde la base” hasta el “nivel central”, así como suena, como las aguas de un pantano, que van subiendo desde el nacimiento del río hasta que desbordan el pantano y te invaden la casa.
Eso pasó con los famosos lineamientos. Porque tuve la suerte de escuchar una de aquellas discusiones en las que la “compañera instructora del Partido municipal” decía (¿o advertía?) a los vecinos del cede-erre: “Las opiniones son libres; cada ciudadano puede opinar lo que desee, que será recogido en acta levantada al efecto”. En este punto tuve dos opciones, encogerme de hombros y cruzar la calle o preguntar si toda expresión libre se recoge en acta levantada al efecto. Elegí la primera.
Así que hoy que comienza el congreso, ya todos los cubanos sabemos lo que será aprobado, que podría resumirse en “Otra vuelta de tuerca y a seguir la lucha hasta que Dios quiera”.
Por eso lo de las décimas de mi amigo Argel Fernández, una metáfora del congreso, del presente y del futuro de Cuba:

Se lamenta la carreta
que tirada por la yunta
al camino le pregunta
la distancia hacia la meta.
Viene hasta el borde repleta
de leña para el fogón
y al cruzar el callejón
el guajiro apura el paso
para así acortar el plazo
de cocinar la ilusión.