Pensar a Cuba, pensarnos, explicar cómo nos vemos, cómo creemos ser vistos...

Escribir sobre ello y más.

domingo, 20 de junio de 2010

Solsticio de verano


Una vuelta completa alrededor del sol. La noche más corta del año. El inicio del verano en el hemisferio norte. Un año completo. Con sus dos, sus cuatro, su única estación, depende de la latitud y longitud geográficas. Hemos recorrido 930 millones de kilómetros alrededor del sol. Hemos viajado (lo seguimos haciendo, cómo no), a una velocidad de 29,5 kilómetros por segundo, o lo que es igual, a 106.000 kilómetros por hora, o mejor, a 2.544.000 kilómetros al día.
¡Cuánta agua bajo los puentes! Terremotos, inundaciones, incendios forestales, muertes, muertes, muertes. Muertes de desconocidos, de famosos, de ilustres, de sabios, de amigos… Y viajes. Desplazamientos en una y otra dirección, transitorios y definitivos. Y despedidas. Adioses a los que no han vuelto, a los que regresaron con una sonrisa en los labios o con expresión de cansancio o de fracaso o de rotunda victoria. Y amores y desamores. Y triunfos y derrotas. Y desempleo. Y juego. Y drogas. Y asesinatos. Y alabanzas e injurias. Unos apretones de mano o palmada en el hombro o gesto de aprobación. O todo lo contrario: desagrado, reproche, repudio, injuria. De anónimos que optan por esconderse para salvaguardar por un poco de tiempo su maldad. De conocidos que no temen a la desmentidos respetuosos, pero contundentes…
¡Y cuánto sueño estrenándose! Una pareja de recién casados a punto de formar familia. Un recién nacido mirando con atención de sabio el mundo nuevo que se le ofrece. Un adolescente que observa su pelusilla asomando en el bozo, antesala de un espeso bigote, símbolo de virilidad o de recuerdo del padre ausente. Una jovencita a las puertas de la universidad. Unos recién graduados con ganas de comerse el mundo. Una mujer valiente que alza con su propia mano el hogar de los hijos. Un escritor a la espera de un éxito literario. Un enfermo que ha sido trasplantado de corazón, o de riñón o de pulmón o de cara... Y unos atletas que aspiran a ser campeones del mundo en fútbol.
Y unos desiertos que cada vez son más cálidos. Y unos polos que ven desplomarse al mar sus hielos. Y unas aves que ya no se marchan con las estaciones. Y un golfo asfixiado por el petróleo del fondo de sus mares. Y un desesperado queriendo lanzarse al vacío para morir como un hombre libre antes que ser devuelto a su país de origen
Y yo. En silencio. Frente a mi ordenador. Navegando por internet. Recorriendo mi elíptica. Leyendo aquí y allá. Mirando los desastres y las esperanzas. Pensando en mis propios sueños, construyéndolos, caminando hacia su realización.
Nada se detiene. Hemos dado una vuelta a la elíptica. Estamos en el mismo lugar, hoy a punto de entrar en el verano. Vamos por el universo cargando con lo que somos y lo que seremos…
Miro al cielo azulísimo de Ávila y escucho en el reproductor esa canción de mi compadre Pedro Luis Ferrer que me levanta siempre de mis tristezas: “sé que en el mundo hay dolor, pero no es dolor el mundo”.