[…] Caído el Muro y esfumada con rapidez su imagen, la ilusión inversa del inconsciente colectivo ha perdido su discurso –si es que alguna vez lo tuvo–, repite un puñado de frases vacías y por ende inexistentes; toda la teoría sobre la que se montó una hiperrealidad se ha desplomado, se ha vuelto inexistente y en consecuencia la sociedad virtual ni es real ni se sostiene en su virtualidad, su espacio lo está ocupando la ilusión inversa, lo que lleva a pensar que existe una imagen inversa que genera dicha ilusión, pero no quiere esto decir que “inverso” sea sinónimo de “contrario”, ni siquiera de “opuesto”. Para que exista una imagen tiene necesariamente que existir un objeto, una realidad. ¿Cuál es la imagen que genera la imagen inversa y en consecuencia la ilusión correspondiente? Frente al concepto total habría que pensar en su inverso, y aquí vale pensar en su opuesto: individual, pero no en su acepción de individuo, sino en la autonomía y la supremacía del yo, consustancial a la incapacidad del dominio de la ausencia, el desencanto generado por la sociedad que ya no lo es.
¿De qué asideros pende, entonces, el cuestionamiento de la significación, existencia y valoración del yo autónomo y supremo? El “hombre nuevo” intenta renovarse, autosuperarse, pero si él mismo forma parte de una imagen inversa, en tanto una de las tesis en la que se afincó la teoría de la sociedad virtual (total) preconiza la realización del yo como ser social, entonces la autosuperación solo puede verificarse en la degradación de sus valores; así tenemos una relación proporcional entre desencanto e indiferencia y autosuperación-degradación.
Pero el yo autónomo no es consciente de su autonomía, solo actúa frente a estímulos que cree encontrar en la reproducción de una imagen cada vez más deformada, tanto más cuanto que se trata de la imagen de la imagen de la imagen, por tanto inexistencia de la imagen, de una sociedad virtual inexistente; se trata de un movimiento giratorio en torno al vacío. Carente de fuerza y de conciencia y actuando solo por estímulos se ha llegado a los límites en los que es necesaria la aparición de una realidad, pues está claro que el sistema total transformado en individual se ha fraccionado, o lo que es lo mismo, se ha desmembrado, podría decirse desintegrado, y al perderse los nexos de semejante unión desapareció también la ilusión, solo ha quedado la simulación. Del yo y del vacío de la imagen.