Pensar a Cuba, pensarnos, explicar cómo nos vemos, cómo creemos ser vistos...

Escribir sobre ello y más.

sábado, 20 de febrero de 2010

España camisa blanca


No voy a hablar de Ana Belén y Víctor Manuel. Tampoco de Blas de Otero, sino de mi relación con España. Porque todo comenzó mucho antes de los cuatro años que voy a cumplir por estas tierras dentro de cuatro meses.
Publiqué en 2005 un librito de poemas que estuve escribiendo a lo largo de diez años; uno de esos eventos que me acontecen cada década, como he dicho ya. Eran décimas. Por supuesto. Y el título era una definición de los años de escritura, Con el ancla en tierra.
Traigo algunas de ellas ahora a propósito de una noticia que me sorprende: la vicepresidenta del gobierno español habla de “rescatar” la memoria de Miguel Hernández, ahora que se cumplen cien años del nacimiento del poeta. ¿Por qué rescatarlo? ¿Es que ha estado secuestrada la memoria del poeta de Orihuela? Nunca. De Miguel Hernández se ha hablado siempre, se le recuerda siempre, se le reconocen sus méritos literarios y humanos, está publicada su obra, popularizada por cantautores de prestigio internacional y muchos, muchos poetas, hemos glosado sus versos en Hispanoamérica. Los míos fueron escritos cuando tocó el turno a Irak, una guerra que destrozó el país. Yo quise llevar la cuenta de los días; al tercero ya no pude seguir escuchando aquellas noticias.

Segundo día

Como obligado, a despecho
el día de hoy amanece,
un fuego tenaz le escuece
hora a hora, trecho a trecho.
Sucio, cansado, maltrecho
y sangriento justamente
va a lavarse a alguna fuente
que estalló en la madrugada
y en el agua ensangrentada
sigue muerto el combatiente.

Tercer día

El mismo caballo, Ulises,
sobre las arenas pones,
en épocas de cañones
solo cambian los matices:
fulguraciones de grises,
el rayo detona, escapa
y un alud de arena tapa
las Babilonias de ayer,
pueblos que al amanecer
desaparecen del mapa.

Que los cuellos blancos no quieran traer al presente lo que nunca perteneció al pasado.