Ponerse en el lugar del otro, escribir desde los sentimientos o las vivencias del prójimo, es un ejercicio intelectual que a la larga termina volviéndose contra una, o mejor dicho, termina una por aplicarse la moraleja. Eso han sido estos versos escritos a inicios de la década del '90; tal vez en el año 94. Este dato no necesita más comentarios. Hoy estas décimas tienen nueva dedicatoria: A los amancieros por el mundo.
Calle de sombra y bullicio
oro y calor del verano,
mi mano sobre tu mano...
¡Ay amor, por qué resquicio
te me filtras, y qué indicio
me salva de estar herida!
Mis manos no son tu brida
ni mi cuerpo tu corcel,
¡ay amor, no soy aquel
de tu aventura prohibida!
(***)
Volver a la primavera,
a la brisa y la amapola,
atrapar en una ola
el naufragio y la quimera.
Sonreír porque me espera
el sol que me conoció.
Ver la calle que olvidó
cuando me fui, una promesa
pues no soy el que regresa
ni tampoco el que partió.