(Fragmento)
Una de esas avenidas con aceras de lajas blancas es la Calle de los Cocos; tiene cuarterías a ambos lados, seis en total y están ahí desde el año doce o trece; sus puertas abiertas son esa película que se proyecta inexorablemente un día, un año, una vida, no hay nada nuevo bajo el sol. Tercera cuadra a la izquierda y ya estás en la calle del cine, la recorres y estás en pleno corazón de El Batey, la esquina del Correo, frente a La Sombrillita. No se sabe cómo, pero siendo la parte mejor iluminada, a solo unos pasos está tan oscuro que en luna nueva no se ven las manos tras los muros de la Escuela Cinco o en su mismo patio bajo los álamos enormes; dos veces a la izquierda se va al antiguo Union Club, bajas recto y llegas al parque de Las Madres al que no acude mucha gente, el lugar es célebre en los carnavales, lo mismo aparece un muerto encima de un banco de granito que en una zanja, no los llevan a otra parte, o quizás sí, porque en medio de los carnavales qué diferencia hay entre un muerto caliente todavía y un borracho, ahora han prohibido disfrazarse, hace años eso sí era diversión… ¡La esquina del Correo! Aprender a fumar, a bajar muela, a apretar, a bailar… Es preferible olvidarse hasta que te llegue la pelona, si por fin tendrás mala pata, quién sabe si mañana, esta misma tarde o dentro de ochenta años es que te vas a morir. Nadie se figura lo triste que se va a poner la vieja si ahora, por ejemplo, le avisan que a su hijo lo hallaron muerto en un banco en el parque de Las Madres o en el patio de la Escuela Cinco ¡en la flor de su juventud!, dirán, y ella comenzará a dar unos alaridos porque no insistió bastante en que te comieras la comida especial que te hizo por el cumpleaños, porque te estaban esperando para irse a los ensayos de unos quince en la Calle A, qué fue a hacer ese muchacho allá, ese lugar es famoso desde antes, cuando la gente del umá dormía en la Escuela Técnica y después se la llevaban para los albergues de Ana Luisa Dos, muchachotes que se arremangaban las camisas y se pasaban los discos de música gusana con aquello de peniléin y un tal Barrabás, qué sé yo…
(***)
… porqué nos llevarían tan lejos, lo mejor era el viaje, uno nunca había salido del barrio, yo sí, al río, algunas veces, por el paso de Ñeca, pero escondido, mima se enteraba después y lloraba, tú me vas a matar de un susto, muchacho, capaz que te ahogues, no sabes qué cantidad de bejucos hay en el fondo de un río, tú que no, que el paso ese está buenísimo y ya sabes nadar, fuiste el primero en aprender, algunos se reían de Chiri que se tiraba de pie, pero tú siempre fuiste guapo, lo aprendiste cazando cocuyos para tus hermanas, con cuatro o cinco años, y ellas mayorcitas, para que tu abuelo no te dijera anduriña que rimaba con niña, en el fondo hay unas piedras planas que son como un piso; el agua se ve clarita, aunque está hondísimo ¡ahora sí que no vas más, sinvergüenza, que no me den una queja en la escuela! Los montan en camión Zil o Gaz, van sentados en bancos laterales con maletas de madera basta sobre las piernas; al que no sabe seguir los toques de aé, aé, aé la chambelona, los yanquis no tiene madre porque los parió una mona, le decían que la conga estaba trepá, tú intentabas seguir los compases para que no dijeran Boby trepó la conga, mirabas a lo lejos, ojalá que el campamento de Veguitas esté allá, tocando el horizonte, se te perdían los acordes de un guaguancó los caminos, los caminos no se hicieron solos y el griterío cuando un Zil adelantaba a otros, era el de las hembras ¡prepárense muchachitas, deja que lleguen los kakes de ustedes!, a sabiendas de que estarían muy lejos y solotes permitirían un par de visitas en actividades culturales, Pomares en el campamento de los varones, Raúl Vargas en el de las hembras ¡con ellos no hay quien se fugue! Al fin la noche de la visita cultural, era decisiva para la emulación intercampamentos, las hembras han recogido tanto café como los varones, vamos a ver qué hacen esta noche, porque los muchachos taren unas cuantas iniciativas. Gaspar Esquivel sale de atrás de unas sábanas que hace de telón de fondo delante de la puerta del almacén que da directamente al centro de las largas mesas de cemento a modo de gradas de stadium sobre las que están casi todos sentados, tú y algunos otros ya no tan atentos a ver quién gana la emulación; preferían elegir una novia, era una apuesta contigo mismo, si no ligas una novia esta noche serás anduriña, escoges a Irina, ella es de esas mulaticas divertidas que entran en todo, lo mismo bailan casino que saben apretar, entonces no y regresas al coro de Gaspar Esquivel no quiero verte nunca más, yo seguiré mi soledad, el desengaño de otro amor, estaba ciego y sin saber, por fin se están yendo para atrás del camión de la planta eléctrica, casi no sabías apretar, ella sí, te enseñaba, los besos no son solo de labios, Boby…
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A qué edad aprendiste a nadar, si yo me entero que te vas para el río otra vez la tunda no te la quita de arriba ni Jesucristo. Bertha Capricho tiene que habérselo soplado al viejo o a mi hermana, ellas siempre andaban juntas, Bertha, la jodedora, siempre opinando sobre los peinados altos, de sobre cola, con buscanovios o cerquillos y lápiz en los ojos con el rabito negro que llega hasta las sienes y los labios rojo encarnados, soñando con un vestido de yoryé, quién fuera novia de un marinero y todas esas cosas de los quince, ya no se acuerda que por soplona estás castigado y no puedes ir al río ni a los ensayos a ver las muchachitas como si fuera el día de los quince, Boby, si faltas otra vez vamos a buscar otra pareja porque ya los pasos de anoche no te los sabes, te dice Reynaldo Ibáñez, Miriam Pereda salta desde el corredor ¡ponlo de pareja con Adita Chirino para que vean que no falta más! Sonríes y sientes el relente de la noche, al final de los ensayos el recorrido es largo, tienes que llevar a Delia Arjona y a Adriana Román, después hasta el parque de La Carretera donde Humberto espera a Miriam Pereda, ese viejo sí es guambán, Miriam no tiene problemas para ir a las fiestas; las despides una a una, esa es tu responsabilidad.